Hoy tocaba empezar el día sumergiéndonos en el barrio más colorido y bullicioso de toda la ciudad: el Barrio Español. Y es que la historia de Nápoles ha estado siempre muy ligada a España. La mejor muestra de este vínculo histórico es este barrio del centro de la ciudad, que recibe este nombre en recuerdo al tiempo durante el cual la ciudad fue dominada por los españoles. Los Quartieri Spagnoli se levantaron en el s.XVI para acoger a los soldados españoles y doblegar así la resistencia de la población, que se oponía a la conquista de Nápoles por parte de la corona.
Este barrio es una cuadrícula de calles estrechas en las que viven unas 15.000 personas, motocicletas como principal medio de transporte y edificios altos soldados entre sí por cuerdas empleadas para tender la ropa, seguramente la imagen más popular de Nápoles.
Las calles por sí mismas no tienen especial encanto. Algunas son turísticas y hay bares, restaurantes y tiendas; otras son más residenciales donde preciosos palacios contrastan con altos y precarios edificios que piden a gritos una rehabilitación.
Curiosa la forma que tienen de recoger los encargos…
¿Lo mejor? Callejear por ellas para sumergirse en la esencia napolitana, pero fijándose en los pequeños detalles: las variadas capillas que encontramos en cada esquina (dicen que hay más de 400 altares dedicados a la Virgen escondidos en los recovecos más inesperados de sus calles)…
En Via Emanuele De Deo se encuentran dos de los murales más famosos y fotografiados del barrio: los espectaculares y gigantescos MARADONA (junto a su altar y zona de merchandising)…
También hay otras obras dedicadas a la gran Sofía Loren quien decía: “Yo no soy italiana, soy napolitana. ¡Es otra cosa! “.
Y a otros artistas como Lucio Dalla (cantautor italiano. Suyas son las canciones «Caruso», «Balla, balla, ballerino», «Tutta la Vita» y «Attenti al lupo»); a Pino Daniele (napolitano y uno de los cantantes más reconocidos de Italia); a Luciano de Crescenzo (escritor y filósofo); y a Carlo Pedersoli (más conocido como Bud Spencer! Sí, el de los spaghetti western! Ni idea que fuera italiano).
Hoy no hemos visitado ningún museo ni entrado en ninguna iglesia… excepto en la pequeña Iglesia de Santa Maria Francesca de las Cinco Llagas, donde hemos presenciado una de las cosas más originales que los napolitanos hacen. Exteriormente tiene el aspecto de una casa común.
Roberto se está enganchando al café expreso napolitano. Es muy fuerte y se sirve en vaso corto. Según la tradición, debe ser “nero come il diavolo, caldo come l ́inferno, puro come un angelo e dolce comel ́amore”. La tacita es pequeñita pero super caliente. Y luego, te ponen un vaso de agua con gas para beberla antes, para enjuagarse la boca. Según dicen, cuando el café es bueno, hay que quitarse cualquier sabor que puedas tener, antes de degustar el café. Los napolitanos dicen que de Roma para el norte, hacen lo contrario, porque el café es muy malo, y tienen que beber el agua para quitarse el mal sabor !!! La verdad es que te deja un sabor de boca muy bueno.
Bueno, y también nos estamos enganchando a las sfogliatellas y otros dulces, todo un peligro para cualquier dieta!
Está claro que el secreto de los Quartieri Spagnoli es que siempre son capaces de regenerarse. Y un último ejemplo de ello, lo hemos comprobado en PIAZZETTA CARIATI, paso obligado desde los Quartieri Spagnoli hasta la colina del Vomero. Aquí, entre otras cosas, llama la atención una secuencia de farolas en cuyo interior hay pequeñas esculturas de hierro.
Palacios y más palacios, algunos reconvertidos en museos, otros en embajadas y consulados (el de España estaba por aquí).
Y en la colina, camino de Vomero, la conocida Villa María, una maravillosa villa con edificios multicolores y acompañados con altas palmeras. Todo un lujo.
Y así entre palacios, tiendas de lujo, anticuarios y pequeños restaurantes, hemos comido en la Osteria Da Tonino, un menú casero a base de pasta y salchichas con grelos, ambas cosas especialidades napolitanas. Sencillo pero rico en un entorno poco turístico.
Hay un mundo escondido, paraíso de los fashion victims en VIA CARLO POERIO, que aglutina ilustres residencias y boutiques de moda.
Nos hemos acercado al paseo marítimo, para disfrutar del buen tiempo que nos está acompañando desde que llegamos.
Por toda la costa del Golfo de Nápoles, hemos ido paseando sin prisas hasta llegar a otro de los barrios ‘bien’ de la ciudad, el barrio de Posillipo. Se trata de un barrio con una gran extensión.
Nosotros solamente queríamos subir hasta el mirador BELVEDERE DI SANT'ANTONIO A POSILLIPO, para admirar una de las mejores vistas que ver en Nápoles. ¿Qué opináis? ¿Ha merecido la pena el paseo?
Y hasta aquí el día de hoy.
Seguiremos informando.
¡Ahí están los grafittis! ¿Las sfogliatellas normales o las de pistacho que parece que están de moda? ¿O de todo un poco? Y nada, que si aún nos ha atropellado una moto, ya no os atropellan...
ResponderEliminarHola chicos, vaya día completito, hecho a la medida para dos amantes de patear ciudades y un buen resumen de una ciudad con mil contrastes. Chapeau.
ResponderEliminarBesitos.